domingo, 1 de mayo de 2011

De identidades y presidios

Soy la mente que vive, prisionera en este cuerpo.  Por momentos me libero y mi prisión ya no me domina, yo la domino a ella. Y son mis ideas las que destinadas a ser libres, suelen tener esa costumbre de encerrarse en letras y palabras, se confinan a esperar que otra mente las comprenda, las cuestione, las libere para lograr así, la libertad de ser prisioneras en un cuerpo que no es suyo. Sin embargo hay veces que no, hay veces que ellas salen de mí para no volver, y me siento mal. No porque las extrañe sino porque me doy cuenta que son ideas defectuosas que mejor es olvidarlas. Entonces me siento incompleto, incapaz, farsante. Porque un hombre es lo que es, y esas ideas también son lo que soy, al olvidarlas estoy recortando por dentro de las líneas para hacerme ver como un hombre más puro, sin imperfecciones. Miro al piso entonces, decepcionado y dejo que la vergüenza me llene. Siento la necesidad de pedir disculpas, pero como si fuera el pecado colectivo que a todos se le permite, a nadie le molesta.
El pensamiento es la cárcel de la libertad, vivo preso de mis convicciones, aunque preso y todo hay quienes ven reflejada en mi, su propia libertad. Guardo en mi mente las ideas de otros, las dejo ser libres en mi y dejo a su ves, mis ideas en otros para algún día, poder escapar finalmente

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