( … ) Los madrugones, las mañanas somnolientas, las caras de
cansados, las horas que no pasan, el hambre a mitad de la clase, los almuerzos
clandestinos, las tardes con cuadernos, los libros que pasean, las gomas que
ensucian escritorios, las tardecitas con bizcochos, el cansancio y la falta de
siesta, el estrés de la semana, los relojes que no se mueven, los días que se
van tachando, los viernes de armar bolsos, los viajes esperados, las tardes del
pueblo de vuelta, las nostalgias, los te extrañé que se dicen sin decirse, las
salidas con amigos, el relax en el estrés de la noche, los domingos de pereza,
las levantadas mal dormidos, los abrazos maternales en la terminal, los ojos
que se miran con dulzura, extrañándose ya, las caras de los nómades que se
entienden sin conocerse, las noches en tres cruces, las pequeñas despedidas
entre sueños, las caminatas de vuelta a la vida, las llegadas tarde a casa, los
madrugones, las mañanas somnolientas ( … )[1]