viernes, 6 de julio de 2012

Claro de luna


Te recomiendo leer escuchando.



En una danza lenta los encontró la noche. En el cariño del abrazo se dejaban llevar por la música, en un armónico vaivén. Los ojos de ambos, cerrados, en algún lado se miran, se encuentran, se entienden. Y las miradas también bailan.

Por la ventana se cuela tenue la luz de la luna, se esconde entre las cortinas para no molestar. Caen lágrimas. De felicidad o de tristeza, da igual. Ninguno de los dos se detiene a pensar. Se olvidan del mundo por un segundo, de todo el estrés, la tensión, la crueldad y la injusticia del mundo, por un segundo. Lo único que existe ahora es el amor, y el amor es movimiento.

Adentro, todo blanco, lento, todo. Solo resuena la música, el movimiento es inercial. Los matices de todo, se ausentan. No resuena el eco de ninguna voz interior, ninguna idea corta el fino hilo que sostiene la serenidad del momento. El tic tac desaparece, para siempre. El momento se convierte en eterno. Y bailan para siempre.

Con pena el pianista alcanza la última nota. Se hace silencio, de cristal. Baja la cabeza, guarda la foto. Vuelve a desear que hubiese sido para siempre. Y apaga la luz.