martes, 26 de abril de 2011

Contraflor al Resto

Y a continuación en el escenario “Serafín J García”, José Carbajal, el sabalero. Resonaba la voz del presentador, mientras los rostros de los presentes entrecruzaban miradas de incertidumbre durante unos breves segundos antes de que comenzara el siguiente acto del festival. Se apagan las luces,  oscuridad total, y relatan allegados memorias del homenajeado. Las dos pantallas gigantes del escenario, muestran al susodicho en su presentación del año anterior, cerrando el festival a orillas del olimar. “Nunca es bueno cerrar un festival, es como cerrar un boliche, pero a alguien le tiene que tocar” dice mientras arranca a tocar “villa pancha”. La gente estalla en aplausos y se reviven las vivencias de hace no más de un año, como si fueran ayer y fuesen a ser mañana. Otro interludio del sabalero con la gente se revive por las pantallas, y arranca a tocar “la muerte”. Las ganas empujan la espera de poder cantar y dedicarle al susodicho unos de sus mas populares versos, y llega el momento. Una enorme cantidad de voces recita “Y esa puta vieja y fría” como si fueran una sola, como si fueran la del sabalero. Cuentan que cuando se bajo del escenario se fue a calentar agua para el mate, y mirando el rio maravillado afirmaba que este tenía una magia inexplicable. Por los parlantes suena la voz de uno de sus amigos, que recuerda como José Carbajal, una de las glorias del pueblo oriental, le comentaba que él quería cantar allí abajo,  con la gente, con su gente. Chiquillada, corean todos, es un momento  muy emotivo. Se ve por la pantalla el momento en el que efectivamente baja, a cantar con la gente del olimar, y el sonido se diluye hasta el silencio a mitad de la canción. Luces devuelta y larbanois y carrero entonan los versos restantes del tema, a coro con la gente.

La garganta añuda y la piel se eriza, solo de recordarlo. Así de notable fue el homenaje del pueblo olimareño a un cantor ajeno, al que se lo quiere como propio. Invadidos por la magia del rio, hipnotizados por la fuerza y el respeto que emanan de su recuerdo, se venga  la gente de la vieja puta y fría, que puede callar las voces pero nunca los corazones