Las historias azarosas siempre son lindas de escuchar. Y de
contar, mucho más. A tal punto esto que se maravillaban con las casualidades de
su encuentro, y celebraban su amor, como un acto de derrota al azar. Algo tan
complicado que era un premio en si mismo, y ellos mismos eran el trofeo al
vencedor, la derrota a la casa, al orden cósmico de las historias.
A tal punto que empezaron por pura diversión, a adivinarse
el futuro, leerse las manos, tirarse las cartas, toda acción posible que les
confirmara las desventuras propias a las que estaban condenados a sufrir….por
supuesto, si no se hubiesen encontrado. Y tal era esa pasión por confirmar su
victoria contra el destino, que en la profunda búsqueda por más y más
adivinaciones, los llevo una cruel y fría verdad.
Su destino ya estaba escrito, el encontrarse, por “azar”, ya había sido previamente pautado.
(Ignorando, por supuesto, que eso mismo era, lo que estaba puesto entre
líneas. Porque claro, cuando uno consulta su futuro, la revelación misma, ya
incluye de por si la consideración que el sujeto, pregunta por su futuro en un
momento dado y eso condiciona sus futuras decisiones. En otras palabras, están destinados
a conocer su destino)
Solo cuando comenzaron a creer que se amaban por libre
albedrio, y no por imposición del show cósmico y de sus guionistas, empezaron a
disfrutar plenamente de ser actores. Dejaron de lado el hedonismo de ser los
falsos vencedores en un show sin competidores, y encontraron la felicidad y la satisfacción,
en disfrutar juntos y no pensar en como sortear, lo que ya les correspondía, en
vivir por vivir y quedarse en los momentos, sin buscar tempranamente una salida a las situaciones venideras.
Y recién ahí fueron felices. Pura y plenamente felices.
Ni cuenta se dieron, cuando les canto jaque mate el destino,
pues estaban demasiado ocupados para ponerle atención. En ese ultimo momento, cuando
ellos juntos, dejaron de darle importancia a todo lo que eran, y se
convirtieron en todo lo que se querían, escribieron su propio final. Y esta vez
no hubo nadie que notase, ni un solo testigo presencio, la derrota del azar, a
manos del amor.
Desconocieron todos el final de esta historia, y quedaron
hasta hoy convencidos, de que a la vida no hay con que entrarle. Será cuestión de
tiempo, hasta que otros dos se den cuenta que no se trata de entrarle, sino de
vivirla independientemente de lo demás.
esta historia me recordó a una canción que escribió Rodolfo Serrano y dice
ResponderEliminar"invéntate el final de cada historia
que el amor es eterno mientras dura"
por encima de los azares, de los designios del destino y de las casualidades, qué lindo ese amor para vivirlo, qué lindo...
para algunos, el tiempo es como arena, que se escurre entre los dedos.
ResponderEliminarhay quien piensa que el tiempo es como un ladrillo. inamovible, que cada cosa está escrita en su lugar.
para otros es como una pared, con muchos ladrillos parecidos, que no iguales, y dependiendo de cada decisión te toca ubicarte en cada ladrillo.
y hay quien no le da importancia al tiempo, tambien.
otros no tenenmos ni idea.
Me niego a creer en el destino, para mí el futuro se va armando con las acciones de cada uno. Sobre todo con las cagadas que se manda cada uno jaja. Uno se arma el presente, y de ahí avanza, digo yo, pero quién corno soy yo, no?
ResponderEliminarAbrazo