Desde chicos los agarran. Con las mentes flácidas,
vulnerables, moldeables. Con la paciencia y dedicación de un orfebre del mejor
calibre, logran forjales ese carácter de campeón, ese pecho firme, esas caras
que no tienen miedo, esas frentes que no bajan ante nada, esas alas que no
temen volar alrededor del sol. Y así arrancan ellos, volando cada vez más alto,
aunque solo sean centímetros, kilómetros te dirán que son. Ven caer las gotas
de su frente, pero no es sudor, no, es orgullo lo que corre por sus mejillas. Los
portadores de luz van por la vida desbordando colorido, sobrevuelan el trillo
de los tímidos paseantes, que sin muchos anhelos viven los días jodidos, se
quejan de la demora de los ómnibus, y de lo mucho que falta para cobrar el
sueldo. Ellos, sin embargo, ignorantes de la vida allá abajo, van soplando su mágico
polvo de laureles, éxitos y felicidad, (casi sin saber lo que eso significa),
pincelan las calles con sueños que casi son realidades, es una feliz coreografía
verlos volar por entre las nubes. En su juvenil mirada cargan con más ilusiones
de la que en tu vida llegarás a tener. No dan corte a los problemas de los
mortales, te muestran la felicidad de la vida que llevarán, de éxitos y logros increíbles.
Es hermoso, y envidiable, tener la suerte de poderlos ver.
¿Nunca tuviste la suerte de conversar con un portador de
luz? Casi sin quererlo entran en tu alma, te la llenan de colores, guirnaldas,
esperanzas y sueños, que olvidaste que tenías. Se te desvanecen los problemas,
el tiempo se desdobla, y el futuro es hoy, y la montaña de la vida se dibuja de
tus pies hacia abajo, hasta parece, que te falta el aire, de tan alto que estás.
Pero, como toda droga es traicionera, antes de que te des cuenta, se va ese
enceguecedor faro de alegría, quedan solamente ecos de esa voz que te hacia
levitar por entre los cielos y la montaña a tus pies se convierte en vacio y
caes, caes y caes y seguís cayendo, hasta el lugar exacto donde estabas. Lo que
no es malo, para nada, pero luego de tocar el cielo con las manos, la tierra es
un lugar casi deprimente. Los sueños que tuviste en la mano se vuelven a
romper, las glorias que colgaban de tu pecho se caen y se desvanecen, y la
realidad emerge desde su escondite y te abraza (te extrañó, pobre, si la
dejaste de lado como a un chiche viejo) y sin quererlo, tú misma realidad de
hace un rato, te gusta menos.
Que tipos de mierda los portadores de luz.
Pero mientras vos puteas su existencia, ellos envidian la
tuya. Hoy no, mañana tampoco, pero los portadores de luz están condenados. Cargar
el brillo que ilumina a la humanidad que camina por debajo los ciega, y el mínimo
pretil en el camino se convierte en una muralla, infranqueable, impenetrable, y
se dan. De frente y sin anestesia. Se quiebra en mil pedazos el faro, y así
quedan, tumbados, mareados y cegados. Al costado de la vía, donde los paseantes
inmunes caminan mirando sólo hacia adelante, a veces hasta con miradas de
desprecio hacia los cuerpos tendidos. Se levanta alguno, de vez en cuando, con
la ayuda de algún mortal, que le limpia los vidrios rotos, le cambia los ojos
quemados, y le enseña a ver, con los ojos de caminante. Y poco a poco los
resucitados, emprenden la marcha eterna, de la lucha y el esfuerzo, de los
objetivos claros, de los sueños para la noche y la realidad para el día, de
esperar alguna noticia en el diario, seguir atentos alguna otra en el
informativo, de preguntar como salió aquel cuadrito del barrio, a preguntar
como esta de salud Doña García, y sobretodo aprenden a mirar con indiferencia,
a esos focos de luz, que supieron ser, a esos seres de positivismo, que
tuvieron dentro, y se limitan a una existencia mucho más simple, pero mucho más
placentera, sabiendo ahora sí, lo que significa ser feliz, y lo cerca que
queda. Lo lindo de las cosas simples, la recompensa de seguir los sueños desde
abajo, y el orgullo de enseñarle a un hijo, a caminar siempre, y a no volar
nunca.
Realmente un texto maravilloso; una de las máximas grandezas a la hora de existir es la capacidad de afrontar lo cotidiano, y en algunas vidas valorarlo es el resultado de muchas caidas.
ResponderEliminarUna metáfora potente que no permite una sola interpretación porque describiendo a los portadores de luz también estás dscribiendo a aquellos que no conciben la luz, pero en algún momento de sus vidas "se cuelgan" de ella.
me encantó, un fuerte abrazo.
gran texto. gran reflexión. la vida...
ResponderEliminarabrazo
f
Relato esotérico que deja la puerta abierta para la libre interpretación, me gusta los símbolos y metáforas... je
ResponderEliminarQue tipos de mierda los portadores de luz.
Que nunca te pase! que nunca te pase!
Abrazo*
En mi humilde opinión, creo que a los sueños que regalan los portadores de luz habría que aceptarlos, pero ponerlos lejos. Como la zanahoria para el burro, que estén ahí adelante, que si se llega bien, pero no comerse la pastilla (sip) y marearse.
ResponderEliminarO no entendí el relato jaja.
Abrazo Javi!
"¿Nunca tuviste la suerte de conversar con un portador de luz? Casi sin quererlo entran en tu alma, te la llenan de colores, guirnaldas, esperanzas y sueños, que olvidaste que tenías."
ResponderEliminarEsa frase está para citarla varias veces.
Me encantó Javi.
Qué bien que escribís.
Me encanta.
Sos increíble.
ResponderEliminarHasta podría decirse que sos un portador de luz.
Excelente todo, me deja un poco sin palabras, y eso es difícil de lograr en mí.