Siempre encontré problemas para definir ese sentimiento de
estar “en casa”. Por algún motivo u otro
en mi vida me mudé más de 10 veces, y eso que todavía no llego a los 20. No me
dio el tiempo de echar raíces en algún lado, de sentirlo propio, de conocer
cada detalle al punto de poder recrearlo de forma casi perfecta en una tarde melancólica.
Llegó el punto en el que cambié de ciudad, y perdí por completo mi vínculo con
la ciudad que me vio crecer. Al principio me emocionaba la idea de al fin estar
en una ciudad “grande” y con ganas de empezar devuelta, y poder acostumbrarme a
la vida capitalina. Poco a poco, cuando más seguro me creía, cuando realmente veía
que tenía asimilada esta nueva casa en la que me encontraba, comenzó a suceder algo extraño. A la misma vez que asimilaba y
aceptaba mi nueva vida, añoraba y extrañaba mi vida anterior, mi ciudad
anterior. Y más allá de que nunca tenga en aquella ciudad un punto exacto, geográfico
en el cual este en mi casa, creo que el entorno en si fue el que me cautivo,
sin saberlo, al punto de que, creo yo, puedo llamarlo mi hogar.
canta chavela:
ResponderEliminaruno vuelve siempre
a los viejos sitios
donde amó la vida...
el hogar es donde está la felicidad, javi.
abrazo!
f
Creo que todos buscamos nuestro lugar en el mundo. Me gustan tus textos situacionales
ResponderEliminarSalud
yo siento nostalgia de un hogar que dudo que haya existido realmente...
ResponderEliminarestoy segura que ese ideal de hogar que tengo gran parte de él es inventado por mi...
no obstante es lo que me une a mi familia...que todos sentimos la misma nostalgia por aquel hogar que una vez supimos tener.