miércoles, 26 de diciembre de 2012

Desde lejos, navidad

Se quedó mirando el vacío, a través de la gélida ventana. Afuera, los transeúntes marchaban cubiertos de en bufandas, abrigos y gorros de lana. El asfalto que ayer nomas era un gris oscuro, que resaltaba entre la villa de piedra, hoy apenas si se distinguía cubierto por el tenue velo de la nieve. Lenta y paulatinamente los diminutos copos de nieve caían, con la suavidad que caen las hojas en otoño, allá por Montevideo, sin prisa, hamacadas en la brisa, solo que ellos, mucho mas pequeños, hacían de ese descenso un jugueteo en espiral, alegrándose en su largo descenso hasta el suelo, o la cornisa de la ventana. En silencio miraba el vidrio, congelado, controlando las ganas de darle un golpecito a ver si se rompe.

- Excuse me, sir, your order…[1] - Quebrando el silencio un mozo le dejaba en la mesa una taza llena de un espeso chocolate humeante, y una delicada cucharita para el azúcar.

Agradeció con un gesto y volvió a sumirse en sus pensamientos. Pensó en la Ciudad Vieja, y en que salvando las distancias, Nueva York no es tan distinta a Montevideo.

El café en el que estaba era tranquilo, un par de parejas conversaban por lo bajo en una mesa, en otra unos señores de traje miraban ansiosos la hora mientras apuraban sus medialunas, y en el fondo, un flaco de barba tocaba algo en la guitarra, y recibía monedas en un gorro navideño que tenia a los pies de la butaca.
Se dejó llevar por el gorro a sus viejas navidades, de niño. Cuando en la tele solo pasaban nieve y mas nieve y en casa el calor no dejaba a uno abandonar la frescura del ventilador. Así que ahí estaba. Su primera blanca navidad, como las de la tele. Tomó a su salud un trago del chocolate, mientras al músico le llegaban un par de aplausos y monedas de los pocos que le estaban poniendo atención. Si, sin dudas estaba cumpliendo ese viejo sueño, vivir una blanca navidad.

El flaco de barba entonaba los versos “know you’re not alone, cuz i’m gonna make this place your home”[2]  y por ahí algunos se animaron a acompañar con palmas. Y unos tenues coros. Le llamo la atención cuan amena se había hecho, la simple comunión de unos de extraños, con solo un lugar, un café en común y se alegró. Y se sumo a las palmas. Hasta que sin darse cuenta, se sintió acompañado.

Pensó en su casa, que sola estaría en ese momento. Que oscura, que vacía, que quieta. Estática en el tiempo como él la había dejado antes de partir. En que distinta era esa existencia gris en el sucucho vacío de su hogar, y en el blanco café de la ciudad mas grande del mundo. En como era posible que a miles de kilómetros de su hogar, en una ciudad con millones de habitantes, se sintiera acompañado. Sin darse cuenta, se olvido que estaba sin ella. Y ella, dondequiera que estaba, mirándolo aprender una vez mas, sonrió.


[1] Disculpe señor, su orden
[2] Sabé que no estás solo, pues voy a hacer de este lugar, tu hogar (Home - Philip Philips)

__________________________

Hace pila que no escribía nada, estoy medio oxidado me parece, pero bueno, fue lo que salió. De a poco pretendo ir volviendo a escribir acá, asi que bueno, veremos.

Ah, y otra cosa,

A todos, Feliz Navidad.